Biografía
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Biografía corta
Pácora y Salamina
Alba Lucía Serna Ángel nació en una finca en Pácora, Caldas. Fue la segunda de doce hijos. Su madre había estudiado en la Normal de Manizales pero se dedicó al hogar, sin dejar de incentivar a sus hijas para que estudiaran y fueran independientes. Su padre administraba fincas de café. Por su filiación política laureanista, la familia tuvo que para Salamina, donde Alba Lucía hizo la secundaria en el colegio de La Presentación. Alba Lucía tenía fama de parsimoniosa y era también muy buena atleta, aunque sufría los dolores de la fiebre reumática que le causó un soplo al corazón y le dejó una intimidad vitalicia con la muerte. Aunque buena estudiante, podía ser algo desobediente con las órdenes sin fundamento, e indiferente a los esfuerzos de Monseñor para que se fuera de monja.
UPB y Estados Unidos
Al terminar el bachillerato, Alba Lucía soñaba con estudiar arquitectura, pero la familia no tenía los recursos para apoyar una carrera costosa. Inspirada por un tío cura que había estudiado en Bélgica, y por la posibilidad de trabajar para sostenerse, decidió estudiar sociología en la UPB, que era nocturna. Su interés por el urbanismo se refleja en su tesis de grado sobre la renovación del centro de Medellín. Al graduarse, se ganó una beca LASPAU (Latin American Scholarship Program of American Universities). Tras aprender inglés con gran habilidad, entró en 1970 al Old Westbury College de la Universidad del Estado de Nueva York. Este era un campus experimental de corte muy radical políticamente. Aunque trabajó en contacto con movimientos sociales afros y latinos, Albalucía decidió que el pensum no le daría la formación que necesitaba para el contexto de la docencia en Colombia, y se trasladó a la universidad de Wisconsin en Milwaukee donde completó su maestría.
Holanda
Al regresar a Colombia se vinculó a la UPB, y durante un tiempo también fue profesora de cátedra en la San Buenaventura, dictando teoría sociológica, métodos de investigación, y coordinando prácticas. En 1976 se vincula a la Universidad de Antioquia, pero casi inmediatamente le avisan que ha sido admitida y becada en el Instituto de Estudios Sociales en La Haya, para hacer un diplomado en desarrollo social urbano. En Holanda hizo amigos de todo el mundo con quienes siguió en contacto mucho tiempo después. Alba Lucía regresa en 1977 a asumir su cargo de docente en la Universidad de Antioquia, que desempeñó hasta su jubilación a finales del 2000.
Medellín 1970s – 80s
Corrían épocas muy convulsas para la universidad y para el país. Alba Lucía apoyaba a varios de sus hermanos que estudiaron durante esos tiempos de largos paros y represión. Al mismo tiempo, se mantenía al margen de los dogmatismos de la profesión e invitaba a sus estudiantes a hacer investigación empírica rigurosa antes de teorizar. Aunque nunca deja de viajar cuando hay la oportunidad, en Medellín tiene sus amistades cercanas y duraderas, y el inicio de una relación afectiva con quien sería el padre de su hija y su compañero hasta el final.
Fotografía
Por estas épocas empezó a tomar fotos, revelar y ampliar. Su mirada da cuenta de sus distintos intereses. Es a veces arquitectónica, a veces etnográfica. Más adelante su lente se enfocaría más en su familia, pero todos los paseos eran una ocasión para reavivar su pasión. Otra vertiente de su mirada fue hacia la naturaleza, particularmente los insectos poco comunes que veía en el lote de Sopetrán donde pasaba casi todos los fines de semana.
Durante los años críticos de la historia de Medellín en los 80s y 90s, Alba Lucía combinaba la maternidad con la docencia y la investigación, liderando proyectos tanto académicos como para entidades, planes de desarrollo y planeación participativa. A regañadientes, fue jefe del departamento de sociología en dos ocasiones y vicedecana en una ocasión. Nunca buscó escalar ni figurar, sino abrir camino para otros, coordinando prácticas, dirigiendo tesis, asesorando, y recomendando egresados con toda su generosidad.
Jubilación
Después de jubilarse en el 2000 disfrutó mucho tener más tiempo para viajar, leer, aprender, cultivar flor de jamaica, dedicarle tiempo a sus amistades, compartir y gozar de su familia, dejando a un lado ofertas de trabajos de consultoría que le hacían gracias a su prestigio como investigadora rigurosa. Se enfrentó con estoicismo a una operación de corazón abierto a los 70 años, y siguió explorando, caminando, aprendiendo y gozando tanto como el cuerpo le permitió, otros diez años, hasta su final sereno en mayo 18 de 2023.