¿Utopía? (1971)
Este texto fue publicado en la revista El Informativo LASPAU en la Primavera de 1971. LASPAU (Latin American Scholarship Program of American Universities) fue un programa de becas establecido en 1966 para facilitar el acceso de estudiantes latinoamericanos a las universidades estadounidenses. Albalucía fue beneficiaria de este programa para sus estudios de maestría en SUNY y Wisconsin.
Presentación por Andrés Vélez Sáenz: Poner en consideración pública ensayos como el aquí presentado, sobre relaciones , vivencias y sueños de personas o grupos que expresan multiples aspectos de la compleja vida social de la especie humana, se vuelve cada vez más imperativo ante la irrupción demoledora de las redes sociales a nivel global que, paradójicamente, gracias a los avances de la tecnología, facilita el intercambio entre individuos y /o grupos limitados, dispersando y diluyendo comportamientos colectivos, de clase y militancias religiosas y políticas, en torno a las cuales se ha estructurado el estado moderno que ve amenazado su papel de dominación sobre el conjunto de la Sociedad.
En esa perspectiva, se presenta este ensayo que sintetiza la experiencia y conocimiento que pudo tener su autora como estudiante de posgrado en universidades estadinenses, en plena ebullición de movimientos contraculturales, pacifistas y psicodelicos, reacios a dejarse coptar por el estado y por el capitalismo, pero que no lograron finalmente la profunda transformación social que reivindicaban.
Las preguntas que se hacia la autora hace más de 50 años, cobran mayor vigencia ante la insurgencia de movimientos juveniles a lo largo y ancho del mundo, que reclaman igualdad de oportunidades, reconocimiento de la diversidad, disfrute de la libertad y de la autonomía, sin renunciar por ello a la satisfacción de sus necesidades básicas . Preguntas que no se han encarado desde el campo de las ciencias Sociales y específicamente de la sociología, tarea que se hace necesario profundizar para enfrentar amenazas y riesgos ambientales, culturales, sociales y económicos, que amenazan a toda la humanidad, pero especialmente a la población más joven. Es la invitación que hacemos a partir de la divulgación de los ensayos que se atrevieron a escribir , desde las Ciencias Sociales, estudiosas como la profesora Alba Lucía Serna Ángel a quien queremos rendirle tributo de reconocimiento y agradecimiento en este primer aniversario de su fallecimiento.
¿Utopía?
La búsqueda de un estilo de vida alternativo y acorde con las necesidades sociales y espirituales del ser humano, por parte de la juventud insatisfecha en sociedades tecnológicas /industrializadas, podría considerarse el surgimiento de una nueva utopía. Me refiero al sentido original de la palabra, el de la comunidad o “Utopía” de Tomás Moro, presentada como alternativa a la vida cotidiana del siglo XVI.
Mirando a la contracultura (que es ‘contra’ en tanto que rechaza los valores dominantes del modo de vida industrializado, como el logro y el éxito, el progreso, las comodidades materiales, la competencia, la eficiencia y pragmatismo, la visión científica del mundo) como nueva utopía, preguntamos: ¿Se trata de una utopía de reconstrucción o de escape? En otras palabras, ¿qué posibilidades de cambio social radical presenta esta nueva utopía? ¿Hasta qué punto podría subvertir el orden social? ¿Hasta qué punto podría ser cooptada o absorbida por la sociedad actual?
Esta nueva utopía ha demostrado ser viable a nivel individual o de grupos pequeños. Este ideal lo viven actualmente en Estados Unidos un número creciente de personas que han elegido la comuna para buscar hermandad, realización, reconocimiento de valores espirituales, expresión artística, juicio subjetivo, experiencia mística, libertad, etc. Pero la pregunta es: ¿No se trata esto de un escape que solo pueden lograr unos pocos miembros de la sociedad, precisamente porque las masas siguen sirviendo a la tecnocracia y compitiendo por las recompensas materiales que ofrece? ¿Si todos los miembros de la sociedad decidieran vivir de este modo, sobreviviría esta nueva forma de vida? ¿Habría medios de subsistencia disponibles para todos sin automatización y con la explotación comunal y rudimentaria de la tierra? Y más importante aún, ¿acaso todos en la sociedad querrían llevar este tipo de vida? En mi opinión, es difícil imaginar que el nuevo sistema eliminaría la pobreza, aunque eliminara la explotación, la plusvalía, la opresión y la desigualdad. El capitalismo tampoco eliminaría la pobreza, no por la industrialización o la tecnología como tales, sino por las desigualdades que agudiza. Ahora bien, la experiencia comunal de la juventud rockera y ‘hip’ responde a la insatisfacción de la clase media con muchos aspectos de la sociedad tecnológica, pero no ofrece solución alguna a los pobres igualmente insatisfechos cuyas aspiraciones aún se dirigen a alcanzar el nivel de consumo que para estos jóvenes (quienes lo recibieron sin esfuerzo) solo representa aburrimiento y frustración.
Entonces, lo que pasa es que el hippie o yippie abandona la universidad al hacerse consciente de los efectos alienantes de sistema educativo; porque esta perspectiva científica no le ofrece soluciones a su angustia existencial; porque el conocimiento que adquiere parece completamente irrelevante para sus deseos y necesidades como individuo y sujeto social; porque no quiere ser entrenado para servir a la estructura del poder, para preservar el orden actual, o para competir. Y mientras eso sucede, los pobres y negros y otras minorías étnicas luchan desesperadamente para obtener acceso a la educación superior, para conseguir lo que siempre les ha sido negado.
En consecuencia, en vez de volverse hacia esa utopía escapista, muchos jóvenes insatisfechos toman una posición más activa, una posición de lucha. Quieren cambiar el sistema social existente elevando a todo mundo al estándar de consumo de la clase media. Quieren transformar las relaciones de producción. Estos jóvenes creen que al cambiar las relaciones productivas, los efectos alienantes del trabajo industrial desaparecerían, y se afilian a la ‘Nueva Izquierda’. Se vuelven activistas, militantes, en búsqueda de un estilo de vida menos reprimido, más humano, más espontáneo. Pero entonces se enfrentan con la represión y se dan cuenta de que su sueño es imposible; quedan frustrados en una lucha sin esperanza. Muchos de estos jóvenes se convierten de una utopía de reconstrucción a una de escape, o terminan siendo reformistas sociales, trabajando hacia cierta amortización del sufrimiento de los pobres. En otras palabras, son cooptados o integrados por la sociedad actual. Sin embargo, es significativo, como apunta Theodore Roszak, que ambos grupos (los hippies y los revolucionarios de la Nueva Izquierda) se consideran aliados mutuos. Tienen en común su desconfianza (por decir lo menos) hacia el sistema capitalista y los valores básicos de la sociedad tecnológica. Comparten las bases de su protesta pero sus metas son diferentes, y esto limita el potencial de la contracultura como agente de transformación social radical.
Para concluir, entiendo a la ‘contracultura’ (en su sentido amplio, incluyendo todas las formas de disenso radical frente a la cultura dominante, desde la rebelión intelectual contra la consciencia objetiva, hasta la lucha de la Nueva Izquierda en la arena política, y la búsqueda hippie de la vida comunal, la liberación sexual, la experiencia mística, el arte sicodélico, la expresión individual, etc.) como el esfuerzo de cada individuo por encontrar un camino hacia una vida auténtica y plena de sentido, siendo consciente de los males implícitos en el orden actual. Si la posición de la Nueva Izquierda ha mostrado ser frustrante y desesperanzadora, tal vez la solución aparentemente egoísta de los hippies sea la más satisfactoria. Podría suceder que el lema de “paz y amor” penetre lentamente los valores de la sociedad actual, contribuyendo a cambios significativos en el largo, muy largo plazo. Quizás Jerry Rubin tiene razón cuando dice: “El mito del yippie desertor [dropout] infiltrará cada estructura en Amerika. La revolución se sorprenderá a sí misma al descubrir que tiene amigos en todas partes, amigos que solo esperan El Momento.”
La utopía de escape parece entonces conllevar un potencial de reconstrucción. Sin embargo, la gran pregunta que me queda sin respuesta es: ¿Dónde está esa tierra prometida más allá de la tecnocracia, y cómo será?
La palabra utopía se usa en el lenguaje cotidiano en el sentido de ‘sueño en vano’ o ‘ideal inalcanzable’. Sin embargo, las utopías del pasado, de las que se deriva el nuevo sentido, se consideraban inalcanzables porque amenazaban al orden existente. En el contexto de este artículo se podría igualmente usar la definición de Mannheim, de la utopía como idea “que parece inalcanzable sólo desde el punto de vista de un orden social dado y pre-existente”.
- Mumford, Lewis. The story of Utopias. New York: The Viking Press, 1962.
- Rubin, Jerry. Do it: Scenarios of the Revolution. New York, 1970.
- Roszak, Theodore. The making of a counter culture. New York, Anchor, 1969.